EJERCICIO 102 . MEMORIZAR
¿Cuánto hace que no memorizas una poesía? muchísimo verdad, pues ahora tienes la oportunidad de hacerlo con nosotros.
ANTONIO MACHADO. BREVE BIOGRAFÍA. Y POEMA "A UN OLMO SECO"
NOS ATREVEMOS HOY A APRENDERNOS UN BONITO POEMA DE ANTONIO MACHADO. TRAJABAMOS LA MEMORIA A CORTO PLAZO E INTENTAREMOS QUE QUEDE EN NUESTRO RECUERDO Y PODER RECUPERARLA PASADO UN UN TIEMPO. ASÍ QUE, ACONSEJO REPASAR DE VEZ EN CUANDO PARA NO OLVIDARLA.
Antonio Machado, nació en Sevilla, España, 26 de julio de
1875 y murió en Collioure, Francia, 22 de febrero de 1939.
“Todo pasa y todo queda,
Pero lo nuestro es pasar
Pasar haciendo caminos,
Caminos sobre el mar.”
En 1988 comienza sus estudios de bachillerato en el
Instituto San Isidro de Madrid, donde cosechó algunos suspensos curiosamente en
las asignaturas de francés y lengua castellana. Más tarde se matriculará por
libre en el Instituto Cardenal Cisneros.
Machado interrumpe varias veces sus estudios por los
problemas económicos de su familia, tras la muerte de su padre por tuberculosis
en 1893. El influjo familiar y escolar
marcarán su camino intelectual.
En 1895 muere su abuelo, a la vez q su hermano menor Joaquín
emigra a Guatemala. Es en este año y en una tertulia donde conoce a
Valle-Inclán y a Eduardo Benot, con quien colabora un año más tarde en el
elaboración del “diccionarios de ideas afines”.
En 1899, Antonio Machado viaja a París, donde vive su
hermano Manuel, y trabaja de traductor en la editorial Garnier. Allí entrará en
contacto con, por ejemplo, oscar Wilde y Pío Baroja.
En 1900 forma parte como actor de
la compañía de Fernando Díaz Mendoza. El 25 de Septiembre se gradúa, por
fin, como bachiller.
Juan Ramón Jiménez, cuya admiración mutua como poetas, se
transformaría en una buena amistad. Decía Juan Ramón de los Machado “Ya están
en Madrid los Machado, mayores que nosotros en edad y en todo, firmes sostenes
de la poesía nueva”. De Antonio sólo se conocían los dos poemas publicados pero
ya era suficiente para que se recociera en el un poeta “hondo y verdadero”.
En 1903 se publica el primer libro de Antonio “Soledades”
En 1907 publica “Soledades, galerías. Otros poemas” y gana
las oposiciones al puesto de catedrático de francés, eligiendo la vacante del
instituto de Soria. ¿Por qué un andaluz,
como él, elige una ciudad tan lejana y fría como Soria? Dicen sus amigos que solía
contestar: “Yo tenía un recuerdo muy bonito de Andalucía, donde pasé feliz los
primeros años de mi infancia. Los hermanos Quintero estrenaron ese año en
Madrid “El genio Alegre” y me dije: Si esto es en verdad Andalucía, prefiero
Soria. Y a Soria me fui”. Igual el comoentario era algo jocoso y con cierto alarde
de humor. Cierto es que, como buen admirador de Bécquer, la ciudad estaba muy
unida al poeta romántico y la Soria que cantaba igual pudo ejercer cierto
hechizo en el alma del nuevo poeta.
Soria representará para el poeta la llegada de una segunda
juventud, que hasta entonces él mismo había definido “sin amor”. En esta
pequeña ciudad castellana, conocera´el amor de su vida, Leonor Izquierdo. Una
niña de trece años que llenará con sus risas el alma del hombre poeta. Decían
sus amigos que “Antonio se enamoró de ella en cuanto la vio, la seguía de lejos
en sus juegos y paseos por la orilla del Duero, junto con sus hemanillos, entre
los chopos y los álamos o tras su ventana miraba le balcón frontero y escuchaba
embelesado sus paliques”.
Antonio tímido por naturaleza, tardó dos años en
decidirse y probablemente no se decidió
hasta que tuvo la certeza de que Leonor, le quería o podía quererle. Demasiado
tímido para el amor o demasiado sensible al ridículo para arriesgar un fracaso.
Recordemos que Leonor tenía catorce años y el poeta treinta y tres.
Se casaron, tras un corto noviazgo, el 30 de julio de 1909. Pero
esta felicidad durará poco. En 1911 viajará a París al conseguir una beca para
ampliar sus estudios, allí Leonor enferma de tuberculosis, mientras Antonio
publica en prosa “La tierra de Alvargonzález”. Pero no todo es desdicha, el éxito
llega con “Campos de Castilla”, aunque esto no deslumbra al poeta, preocupado
por la salud de su mujer. Leonor, muere justo tres años después de su boda el 1
de agosto 1912, lo que sume a Machado en una gran depresión y éste solicita su
traslado a Baeza (Jaén), donde vivirá con su madre dedicado a la enseñanza y al
estudio.
En 1917 conoce a Federico García Lorca y en 1919 se traslada
a Segovia. En 1932 se le concede un puesto de profesor en el Instituto Calderón
de la Barca, de Madrid.
Escribe textos en prosa que luego serán recogidos en los dos
apócrifos “Juan de Mairena” y “Abel Martín”.
Con el estallido de la Guerra Civil marca a Valencia. En
1937 publica su última obra, “La guerra”. En 1939 con la derrota del ejército
republicano huye de España y se exilia en Collioure (Francia), donde poco después
se produce la muerte de la madre del poeta y la de él mismo con sólo tres días
de intervalo. En su bolsillo se encuentra un último verso: “estos días azules y
este sol de la infancia”.
A UN OLMO SECO
Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.
¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.
No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.
Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.
Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas de alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.
¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.
No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.
Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.
Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas de alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.